affordance

El término affordance proviene de la psicología ecológica de James J. Gibson, quien lo utilizó para describir las acciones que un entorno u objeto permite a un organismo. En este contexto, una “affordance” no es una propiedad del objeto en sí, sino una relación entre el objeto y el agente: una silla “ofrece” la posibilidad de sentarse solo si el agente tiene el cuerpo y la intención para hacerlo. Este concepto fue posteriormente popularizado en el ámbito del diseño por Donald Norman, especialmente en su influyente libro The Design of Everyday Things, donde introdujo la noción de perceived affordances— aquellas posibilidades de acción que son percibidas por el usuario.

Tea things - tetera y tazas que sugieren la acción de servir té
Totoya Hokkei. Tea Things, Siglo XIX. The Met Museum.

En el campo de UI/UX, affordance se refiere a cómo el diseño de un elemento sugiere o comunica su funcionalidad. Por ejemplo, un botón con relieve y sombreado parece “presionable”; una caja con un cursor parpadeante sugiere que puede escribirse en ella. Las buenas affordances hacen que los usuarios no necesiten instrucciones explícitas: entienden lo que pueden hacer simplemente observando la interfaz. En este sentido, el diseño visual (colores, formas, disposición, animaciones) y la interacción (feedback, transiciones) son claves para reforzar las affordances efectivas.

Norman enfatiza que el diseño debe hacer visibles las affordances relevantes. Esto significa que no basta con que algo sea técnicamente interactivo: debe parecerlo. En la era de interfaces táctiles y gestuales, donde ya no existen “botones físicos”, el diseño digital debe compensar con señales visuales o hápticas que guíen la acción. La intuición del usuario se convierte en una brújula clave, y el diseño tiene la responsabilidad de alinear lo que puede hacerse con lo que se percibe que puede hacerse.

Referencias

Norman, D. A. (2013). La psicología de los objetos cotidianos (Ed. revisada). Basic Books.